Época: UnidadGrecia
Inicio: Año 327 A. C.
Fin: Año 323 D.C.

Antecedente:
Alejandro y el Imperio Universal



Comentario

En el año 327 Alejandro llegó a la India. Cuáles fueran los objetivos concretos, de realizar ciertas acciones para llegar a los valles de los ríos que se encuentran en la India, será siempre difícil de determinar, pues entra dentro de un tipo de dinámica que las fuentes antiguas envuelven en la leyenda y en el mito. Cada paso parecía implicar que se acercaba a los territorios señalados como confines por las tradiciones referentes a Heracles o a Dioniso, divinidades que habían adquirido en la tradición, entre otras, la función de señalar los límites del mundo habitado o habitable por los griegos.
Sin embargo, todo ello tuvo una doble vertiente, señalada por los aspectos negativos surgidos tanto en el interior como en el exterior. En este último aspecto, la lucha contra el rey Poros complicó sin duda los planes. Pero más importante fue el hecho de que en estas circunstancias se produjeran las revueltas de las colonias militares asentadas en las Altas Satrapías, provocadas por las noticias de la muerte de Alejandro, lo que indicaría el fuerte grado de personalismo que se está extendiendo en la proyección oriental de la política griega. Pero también resulta significativo que los colonos militares allí asentados echaran de menos la polis como sistema organizativo. Aquí están presentes los problemas resultantes del proceso de formación del mundo helenístico, aunque, momentáneamente, el problema concreto se resolviera a través de la represión y de la destrucción simple de los asentamientos.

Desde el año 324, la obra de Alejandro se traduce en una nueva organización del reino y del territorio. La conquista queda sustituida por la organización. Pero, de repente, se ponen de manifiesto todos los problemas que han ido quedando ocultos por la dinámica conquistadora y expansiva de cada momento. En líneas generales, puede decirse que el sistema persa se convierte en el dominante, plasmado desde el principio en la organización de las satrapías. Paralelamente, la herencia ideológica materializada en el proyecto de control de la ecúmene desempeña también un papel en el límite de las realidades, cuando éstas llegan al límite del mundo. Cada etapa se convierte así en el punto de arranque de una nueva etapa conquistadora, único argumento capaz de sustentar sólidamente una forma de poder como la que Alejandro ahora pretende. El problema viene en este momento a traducirse en el de los modos de aplicar a occidente los métodos asimilados en la conquista de oriente.

Así, se plantea por primera vez la cuestión de si es posible que en una misma estructura política se incluyan Oriente y Occidente. Pero, desde 324, Alejandro se dirige a las ciudades griegas como el Rey sucesor de los Aqueménidas, el Rey Alejandro, no el Rey de los macedonios que, voluntariamente, dejaba fuera de la fórmula a los griegos, como si se tratara de un estado aliado y colaborador de las ciudades griegas libres. En el mensaje que transmitió a través de Nicanor, además, Alejandro exigía de ellas el culto como si se tratara de un dios invencible, theós aníketos, una vez que se considera realizada la misión para la que han apoyado la presencia de una fuerte autoridad exterior, que ahora reclama su compensación. La transformación de la monarquía macedónica, operada al servicio de los griegos en la epopeya oriental, se traduce ahora en una presencia despótica en el mundo griego. La muerte puso punto final a una empresa, antes de que sus consecuencias lógicas y paradójicas pudieran ser constatadas en la práctica, cuando sólo era posible comprobar lo que quedaba después de la desaparición de su principal protagonista individual, creador, al tiempo que víctima, de unas circunstancias generales realmente específicas y peculiares. La helenización se traduciría, parcialmente, en una orientalización de las formas políticas y sociales.